viernes, 25 de noviembre de 2011

Fue un 23 de Enero…



Sí, creo que fue un 23 de enero, porque era mi cumpleaños.
Pero no un cumpleaños cualquiera, como son los de ahora que no les doy pelota, porque pasaron tantos  que ya se hizo algo aburrido.
Era mi cumpleaños número 15.
Y desde temprano andaba yo cabrero, porque a las chicas les hacían flor de fiesta para los quince, pero nosotros los varones nos teníamos que aguantar tres años más, hasta los 18, en que nos daban la “libreta de carnicero” o libreta de enrolamiento, antiguo documento de identidad que servía para votar, hacer “la colimba” y fanfarronear en la entrada del cine, donde daban la última película de la tetona Isabel Sarli “prohibida para menores de 18”.
Por suerte, esa noche del 23 de enero había torneo de natación en el club Libertad y yo formaba parte del equipo de nadadores.
Los viernes, se organizaban torneos internos entre los nadadores del club, como parte del entrenamiento y que al mismo tiempo servía para que la comisión de pileta recaudara algunos pesos con la entradas, que gustosamente pagaban los padres para ver compitiendo a sus retoños.
Los equipos se formaban por barrios, así que mi equipo, el de “Barrio Este” estaba compuesto principalmente por chicas y chicos de mi cuadra.
Llegué temprano a la pileta y me fui directo a vestuarios: Ducha, maya de competencia y short arriba para disimular la desfachatez de mis inexpertos genitales que solían desbocarse por nada…bueno, por nada no… ¡cu…loque había  para ver de las rubiecitas en maya!
 Dejé la percha con la ropa en la guardería y cuando llegué a la pileta me estaba esperando una sorpresa. Mis compañeros de equipo habían preparado una torta de cumpleaños con velitas y todo.
 Cantaron el Feliz Cumpleaños, y mientras algunos me entretenían con felicitaciones y comentarios sobre la carrera de esa noche, los otros se morfaron la torta, de forma que yo solo probé algunas migas que quedaron en la bandeja.
Casi siempre las primeras carreras eran de las categorías menores y eso duraba un par de horas.
Cuando llegó el turno de las categorías cadetes y mayores, el primer llamado era para los 100 Mts estilo pecho. Pan comido, en esa no me ganaba nadie, así que me saqué el short y  antes de subir a la “conejera” de largada, levante mi mano con dos dedos anunciando que ganaría solo por dos metros.
 No era cuestión de gastar pólvora en chimangos, había otra carrera más tarde, la más difícil,  la posta 4 x 100 Medley y yo tenía que nadar estilo mariposa… y yo odiaba nadar mariposa.
Como ésta era fácil, me dediqué a recorrer los 100 Mts haciendo gala de mi mejor estilo, para envidia de las ranas y ganando solo por dos metros, según lo prometido.
Aplausos, felicitaciones, salí del agua y me estaba esperando el entrenador:
-Héctor, tenemos problemas, Cachito está descompuesto y no puede correr los cien Crawl- me dijo con cara preocupada.
-¡Se atoró con la torta, si no caga revienta!-comentó alguien detrás mío.
-Totito, el de barrio Sur, seguro que gana- continuó diciendo el profe- pero necesitamos aunque sea los puntos del segundo para el Barrio Este, ¿Te animas?-
-Por supuesto profe, ¿cuántas carreras faltan?-pregunté.
-Te están esperando para largar.-
Mierda, yo creí que había tiempo para recuperar el aliento, aunque sea. Bueno, infle varias veces mis pulmones, acomodé algunos huesos y volví rumbo a la conejera, esta vez sin animarme a anticipar resultados.

El resto pan comido, pero en el andarivel de al lado estaba el temido “Totito”· Zalsmann. Compañero de equipo en torneos afuera, pero aquí en los torneos internos me tenia de hijo.
-¡A sus marcas!- Ordenó el largador y todos subimos al cajón de largada.
¿¡Listos!?- Pregunta con un grito el largador.
  Clavar los dedos en el borde de la conejera para no patinar en el arranque, inclinar el torso hasta que las manos estén por debajo de las rodillas, soltar todo el aire de los pulmones.
¡Pum!
El estruendo de la pistola de salvas, dispara como un resorte los músculos; las manos hacen un círculo hacia atrás y luego proporcionan el envión hacia adelante, las piernas empujan con todo lo que tienen buscando altura, mientras la cabeza se levanta, la boca toma todo el aire disponible y luego baja entre los brazos, tratando de caer lo más lejos posible. Por aire se viaja más rápido, cuanto más se “vuele”, menos se nada.
El cuerpo entra en el agua como una flecha, apenas con un chapoteo, a cinco metros de la largada. Cinco menos, faltan veinte para dar la primera vuelta, todavía bajo el agua, los brazos adelante y la patada furiosa, la vista clavada en la raya pintada de negro del fondo que marca mi andarivel.
Por fin, a más de diez metros de la largada, la cabeza emerge y comienzan los brazos a hacer su tarea, con fuerza, tomando aire en cada brazada, hay que oxigenar los pulmones, porque ya está ahí nomas la pared, hundir la cabeza, girar el cuerpo y rogar que los pies queden cerca de la pared, para dar el empujón de retorno lo más fuerte posible. La “Americana” es una vuelta rápida, pero tiene que ser perfecta. Pasábamos horas practicando.
Cuando emerge mi cabeza y comienzo a bracear, tengo frente a mis ojos el chapoteo de los pies de Totito, los demás están bastante más atrás. Bien, segundo, es lo que me pidieron, tengo que mantenerme ahí. Ya llega la pared, 50 metros menos, solo faltan 50.
El griterío en las tribunas es infernal, aunque solo se oye cuando saco la cabeza para respirar, casi no me doy cuenta que nuevamente esta la pared, fin de los 75 mts, hundo la cabeza, giro el cuerpo, patada en la pared y salgo, Totito está a mi lado, brazo a brazo, a la misma altura, seguro calculó mal la vuelta y quedó lejos de la pared.
Ahora si se oye el griterío, los de mi equipo me acompañan por el borde de la pileta, no sé de donde saco fuerzas, quizás sean las ganas de festejar los quince, las manos parecen palas, el dolor de los brazos desaparece y aunque los pulmones arden como brasas, consigo el metro de ventaja al momento de “tocar”.
Me sacaron del agua, ni por la escalera hubiese podido salir.   
Después, bastante después, ya recuperado el aliento, mi equipo ganó la posta 4x100 Medley.

Si, seguro que fue un 23 de enero, un cumpleaños inolvidable.