viernes, 14 de junio de 2013

DÍA DEL ESCRITOR

¿Debiera sentirme aludido...?

   No se. Solo se que me gusta escribir historias fantásticas que aparecen en mi mente y son tan locas e increíbles, que las borro a poco de comenzar.
   A veces me siento frente al teclado pensando que película me gustaría ver y entonces cierro los ojos y comienzo a imaginar esa película. Luego, simplemente usando el teclado, le cuento a la pantalla la película que imaginé.
   Lo que me entusiasma no es hacer un libro o soñar con premios literarios que difícilmente estén al alcance de mi capacidad. Lo importante para mi es lo que se aprende escribiendo, o mejor dicho, lo que YO aprendo escribiendo estas historias.
   Alguna vez leí que “uno escribe de lo que sabe”. Y... si, pero uno no sabe todo, entonces lo que falta es cuestión de aprenderlo y ahí es donde nace mi ensañamiento con la computadora y los increíbles tesoros que encierra.
   Tengo la suerte de tener a mi alcance el más maravilloso sistema de información de la historia de la humanidad. Jamás el ser humano tuvo tan a mano tanta y tan buena información y si uno hace la pregunta adecuada, la respuesta esta al instante en la pantalla. De ahí que mi frase preferida sea:”Pregúntale a Google”, que también podría ser “Veámoslo en You Tube”.
   Alguien me preguntó cuanto tiempo me lleva escribir una de estas locuras con forma de libro. Le respondí que aproximadamente 6 a 8 meses y al ver su cara de asombro le explique que escribir con dos dedos en el teclado, editar, imprimir y encuadernar es solo el 20% del tiempo; el resto es investigación, búsqueda, aprendizaje.
   Pero también descubrí que en estos tres años que llevo dándome aires de escritor, mis conocimientos aumentaron exponencialmente. Es así que hoy conozco detalles sobre la historia y la geografía Suiza, sin haberme movido de mi cómodo sillón frente a la compu. Y aprendí como funcionan ciertas maquinas que hacen enormes túneles perforando la roca. Nombres de armas que jamás usé...y no pienso usar. Y sé de sistemas espías satelitales. Sé como se llaman y como se mide la dureza de ciertos cristales y hasta leí sobre antiquísimas culturas y fantásticas teorías sobre seres que poblaron la tierra antes que los humanos, o que viven dentro de ella, en una supuesta “tierra hueca”.
   Todo eso estaba fuera de mi alcance, durante mis cuarenta años de trabajo en el taller tratando de ganarme el puchero diario.
   Tamizar esta información de manera que pueda separar lo real de lo fantástico, es algo que a veces me provoca dolores de cabeza, pero bien dicen que “sarna con gusto no pica” y entonces me pregunto como es posible que haya suicidas que voluntariamente terminan con su vida, cuando yo quisiera tener mil años más para aprender lo que todavía ignoro.
   Creo que si, que puedo sentirme aludido en el Día del Escritor, si aceptamos que hay distintos niveles de calidad. Solo llevo un corto tiempo en esta tarea y lamento no haber comenzado antes. Por ahora y según mi propia definición solo soy “un viejo que escribe”, quizás si Tata Dios no me necesita por un tiempo...


Héctor Fedele