DÍA DEL ESCRITOR
¿Debiera sentirme aludido...?
No se. Solo se que me gusta escribir historias fantásticas que
aparecen en mi mente y son tan locas e increíbles, que las borro a poco
de comenzar.
A veces me siento frente al teclado pensando que
película me gustaría ver y entonces cierro los ojos y comienzo a
imaginar esa película. Luego, simplemente usando el teclado, le cuento a
la pantalla la película que imaginé.
Lo que me entusiasma no es
hacer un libro o soñar con premios literarios que difícilmente estén al
alcance de mi capacidad. Lo importante para mi es lo que se aprende
escribiendo, o mejor dicho, lo que YO aprendo escribiendo estas
historias.
Alguna vez leí que “uno escribe de lo que sabe”. Y...
si, pero uno no sabe todo, entonces lo que falta es cuestión de
aprenderlo y ahí es donde nace mi ensañamiento con la computadora y los
increíbles tesoros que encierra.
Tengo la suerte de tener a mi
alcance el más maravilloso sistema de información de la historia de la
humanidad. Jamás el ser humano tuvo tan a mano tanta y tan buena
información y si uno hace la pregunta adecuada, la respuesta esta al
instante en la pantalla. De ahí que mi frase preferida sea:”Pregúntale a
Google”, que también podría ser “Veámoslo en You Tube”.
Alguien
me preguntó cuanto tiempo me lleva escribir una de estas locuras con
forma de libro. Le respondí que aproximadamente 6 a 8 meses y al ver su
cara de asombro le explique que escribir con dos dedos en el teclado,
editar, imprimir y encuadernar es solo el 20% del tiempo; el resto es
investigación, búsqueda, aprendizaje.
Pero también descubrí que
en estos tres años que llevo dándome aires de escritor, mis
conocimientos aumentaron exponencialmente. Es así que hoy conozco
detalles sobre la historia y la geografía Suiza, sin haberme movido de
mi cómodo sillón frente a la compu. Y aprendí como funcionan ciertas
maquinas que hacen enormes túneles perforando la roca. Nombres de armas
que jamás usé...y no pienso usar. Y sé de sistemas espías satelitales.
Sé como se llaman y como se mide la dureza de ciertos cristales y hasta
leí sobre antiquísimas culturas y fantásticas teorías sobre seres que
poblaron la tierra antes que los humanos, o que viven dentro de ella, en
una supuesta “tierra hueca”.
Todo eso estaba fuera de mi
alcance, durante mis cuarenta años de trabajo en el taller tratando de
ganarme el puchero diario.
Tamizar esta información de manera que
pueda separar lo real de lo fantástico, es algo que a veces me provoca
dolores de cabeza, pero bien dicen que “sarna con gusto no pica” y
entonces me pregunto como es posible que haya suicidas que
voluntariamente terminan con su vida, cuando yo quisiera tener mil años
más para aprender lo que todavía ignoro.
Creo que si, que puedo
sentirme aludido en el Día del Escritor, si aceptamos que hay distintos
niveles de calidad. Solo llevo un corto tiempo en esta tarea y lamento
no haber comenzado antes. Por ahora y según mi propia definición solo
soy “un viejo que escribe”, quizás si Tata Dios no me necesita por un
tiempo...
Héctor Fedele
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