viernes, 9 de julio de 2010

Semana Santa en San Javier

Por mis pagos la semana santa es algo especial, y si me tienen paciencia les voy a contar como fue mi primera Semana Santa al estilo San Javier.
El paisano costero es muy devoto y por lo tanto obedece desde siempre la orden de veda de carne para estas fechas. De forma que "si vaca no, pues será pascau".
Y como para la joda todos se prenden, se hizo costumbre organizar grupos en canoas para salir a buscar pescado fresco.
Canoas cargadas hasta la borda con todo lo que te puedas imaginar para pasar unos días en la isla.
Lo principal: 30% ropa y carpas, 30% cacharros de cocina y comida, 30% damajuanas de vino. El resto, cartas de truco y remedios en forma proporcional a la edad del portador.
Y no falta nadie: médicos, ingenieros, odontólogos, bancarios, tipos de traje y corbata que una vez al año tiran el traje y corbata, o la bata profesional y se calzan la facha de costeros.
Blancos como la leche por trabajar en oficinas al reparo del sol, incómodos con las botas pero inflados de satisfacción por la aventura que emprenden.

En el año ´79, en mi primera salida de Semana Santa, yo andaba muy entusiasmado pero no conocía bien como era la cosa.
Yo soy ciudadano “trasplantado”.
Nací en San Jerónimo Norte, al oeste de Santa Fe y el rio más cercano esta a 40 Km. Así que yo de rio...nada. Solo nadador de pileta.
Unos meses antes de semana santa, con el gallego Fernando habíamos decidido dedicarnos a las practicas acuáticas, sobre todo la pesca, y compramos en sociedad un chinchorro de 3.60 Mts, lo que se dice una cascarita de nuez, en estado lamentable tirando a inservible, pero para nosotros era el Titanic, y así lo atestiguaba el nombre en la proa: "Titanic One" con la esperanza que el "Titanic Ten" fuera un poco más grande y cómodo.
No recuerdo donde fue que conseguimos un motorcito Yumpa de 5 h.p. fuera de borda, que cuando arrancaba era una maravilla, y cuando no arrancaba...pues "a darle al remo, hostias" ordenaba el gallego.
Y nos llenábamos de ampollas...
La cita era en un galpón en la costa a unos cinco Km al Norte de San Javier, por lo que el jueves al alba enganchamos el chinchorro detrás del “Ami 8” y allá fuimos.
Por supuesto la carcajada fue general cuando hicimos nuestra entrada triunfal con el Ami y el chinchorro atrás, cargado con ropa, damajuanas y cañas de pescar y estacionamos al costado del galpón, donde ya estaban las otras lanchas con enormes motores Johnson 70 ó 90 HP y hasta una Pilotina de lujo del Dr. dueño del predio.
Los comentarios eran sobre el tiempo.
Negros nubarrones y una calma total sin rastros de viento presagiaban tormentas peligrosas por lo que un viejo tano, "Anyulino" Osellame se ofreció a cortar la tormenta.
Armado con un par de hachas, dibujó un circulo en medio del patio y al grito de "Tispartotempo", que no se qué significa pero lo imagino, clavó un hacha en el suelo apuntando al sur, que es de donde vienen siempre las tormentas y la otra haciendo cruz y apuntando al este que es por donde se van.
Creer o reventar, durante todo el día las nubes dieron vueltas, amenazantes, negras, pero nadie les dio pelota y todo el mundo se fue a pescar.
No cayó una gota, no sopló ni un poquito el viento, calor pesado, fritanga durante todo el día, porque ahí no se almuerza, cada tanto uno se arrima al fogón y se sirve una posta de frito a la salmuera o enharinado o sábalo a la parrilla...a gusto. Y por supuesto, blanco o tinto a discreción y hasta donde uno aguante sin caerse.
Pilas de amarillos, mandubí, moncholo, hasta algún surubí y los más preciados para la fritanga: dorados.
Y 18 bocas bajando las fritangas para que no desborde la mesa. Hasta daba vergüenza tanta abundancia.
A la tardecita, a remo y con el Yupa fuera de servicio volvimos el gallego y yo, últimos y calladitos aguantando las cargadas:
" Nos avisaron de Corrientes que vieron pasar como una flecha un chinchorro cargado de pescado"
" Les dejó un mensaje el cardumen de Amarillos para que los pasen a buscar mañana, pero después del mediodía" y otras por el estilo.
Con una sonrisa puro diente, como pidiendo disculpas, sacamos el chinchorro del agua y lo llevamos con el tráiler hasta detenernos frente al fogón que estaba al lado del galpón, ante la curiosidad de todos que no entendían porqué traíamos ese cachivache hasta ahí.
Por supuesto, no falto la sugerencia de meterlo al fuego, por lo que el gallego sacó de un tirón y con bronca la lona que cubría casi todo el fondo del botecito, dejando al descubierto una raya de 1.40 Mts de diámetro.
-Me avisaron los dorados que por acá hay gente con hambre, hostias...-dijo sin levantar la vista pero gozando de la situación y del asombro de los mirones.
Era un enorme bicho que se me enganchó de casualidad y que pudimos sacar gracias a la habilidad del gallego. Nos costó dos horas y media de pelea subirla.
La raya, cuando siente el tirón de la línea, se aplana en el fondo y hace "sopapa" aprovechando su forma redonda.
Y a llorar chamigo...es como si quedara atornillada al fondo.
Pero siempre están los recursos como "tocale un chamame", que significa tener tirante el nailon y pulsarlo como si fuera la cuerda de una guitarra en la creencia que la vibración hace que largue el fondo.
 Si eso no va, orinar la línea, o pegar de plano con el remo en el agua, o hacer una bolita con un ojo de pescado y sal y fregar la línea, o...mil cosas como esas.
Y cuando por fin el bicho larga el fondo y viene a la superficie, hay que tener cuidado de no quedar ensartado por la chuza que tiene como cola. Si te engancha terminas en el hospital.
La cosa que costó, pero se terminaron las cargadas... por parte de los demás, porque ahora nosotros nos dedicamos a verduguearlos a ellos, mientras el gallego, que fue cocinero en un barco en el mediterráneo, preparaba las alas de la raya con toda clase de chimichurris y aderezos mientras yo le cebaba mate a él exclusivamente.
Y no faltó el que para celebrar semejante manjar se bajó unos tragos demás de tinto y trastabillando por la curda rumbo al baño, que empezaba detrás del galpón y terminaba en el rio, va y tumba las hachas cruzadas sin que nadie se diera cuenta....hasta que fue tarde.
No había pasado una hora desde que el borracho tumbó  las hachas cuando el viento empezó a soplar.
Y como soplaba.
 Éramos 18 tipos colgados de la lona que reemplazaba el portón del galpón, sosteniéndola para que no se vuele y nos gano la tormenta.
Dormimos mojados y a las putiadas con el borracho, el cual fue castigado cuando calmó el viento pero en plena lluvia, con un baño obligado en el rio que duro 1/2 hora.
Salió lúcido, despejado, consiente, con la piel toda chupada y rogando por un cafecito caliente.
Lo que nunca pudo volver a encontrar fueron sus calzoncillos que el gordo Flores ató a un ladrillo y tiró al rio como desagravio.
Su explicación fue:
"Rio con la raya afuera queda feo, mejor que se tape con calzoncillos".
Un año después, en la siguiente semana santa, el "Titanic Four", último de la serie, era una hermosa canoa de 5.50 Mts con un potente y moderno motor de 15 HP en el que se movilizaba un grupo de cinco amigos. Pero contar eso lleva varios meses...

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