jueves, 19 de febrero de 2015

19 de Febrero 2015
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Nada mas que para no perder la costumbre...


 Cada tanto despunto el vicio de escribir sobre algunos aspectos de la realidad política Argentina, basándome en información que me llega por diarios, televisión y algunos contactos de Internet.
Desde la muerte del fiscal Nisman desistí de hacerlo. Es apabullante la información que nos llega. Todos saben y todos opinan.
Hasta opina quien no tuviera que hacerlo, nuestra benemérita Presidente, no solo porque no le corresponde, sino porque no sabe y anda tan perdida que todavía no se dio cuenta del desastre que hizo metiéndose a mojarle las orejas a los espías, además de usar infelices de cuarta como embajadores paralelos y un infame traidor a la patria para manejar nuestros asuntos de política exterior.
Si algo faltaba para que este gobierno termine de mostrar la podredumbre que lo corroe, ahí esta la muerte del Fiscal Nisman. Si algo faltaba para mostrar el verticalismo absoluto y genuflexo con que funciona este gobierno, ahí esta ese fabuloso festival de la hipocresía como es el comunicado oficial del Partido Justicialista, que hace culpables de todo a todos mientras ellos se mantienen impolutos y ajenos al desastre.
El país esta atontado y desorientado y la cabeza del gobierno parece haber perdido la cabeza, mientras los chupamedias del entorno no se animan a abrir la boca para aconsejar en un sistema donde solo vale la voz de la jefa. El caso Nisman, tanto su denuncia en la justicia como su lamentable muerte, la tomaron desprevenida y en su desesperación por tapar sus chanchullos solo atina a tirar trompadas sin ton ni son contra fantasmas conspiradores.
Mientras tanto el ciudadano de a pie mira las noticias y menea la cabeza en el absoluto convencimiento que éste, como otros casos anteriores, quedara arrumbado en algún cajón, durmiendo el sueño incomodo que les impone una justicia cooptada, en sociedad con fuerzas de seguridad ineptas y corruptas. Nadie se anima a pedirles explicaciones a los jueces que hace 21 años tienen una causa como AMIA juntando polvo y olvido.
Es lamentable ver como todos los que, aunque sea en mínima parte, tuvieron alguna participación en esta muerte, ponen pies en polvorosa y desaparecen de los lugares que solían frecuentar. Hasta nuestro espía más famoso parece haberse refugiado bajo alguna cama. El miedo está presente en nuestra sociedad como en las más tristes épocas de la violencia en la Argentina y no hay “gobierno de putos milicos” para echarle la culpa.
Esta vez el miedo lo generan los errores y payasadas de un gobierno de ineptos, con un inexplicable poder servido en bandeja por una sociedad a la que solo le importa su bolsillo, aunque de la boca para afuera pregone que somos “Una Republica”.


Héctor  Fedele

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