sábado, 30 de mayo de 2015



5 de Abril
 Publicado en Facebook

Cuando a los caballos los tira el carro...


(Largo y aburrido, pero no hay ley que obligue a leerlo)
Según una encuesta publicada por el diario La Nación, casi un 80 % de los argentinos no respeta las leyes o cree que no debe hacerlo si considera que tiene razón. La rápida conclusión es que nos encanta desobedecer leyes y vivir en el caos. No creo que sea así. Me gustaría pensar que no somos bobos y que en la mayoría de los casos nos asiste la justicia del sano criterio.
Cuando vemos en el congreso a una patota de legisladores que vota sin tener la mas minima conciencia y conocimiento sobre el tema que se trata, que lo hacen nada mas que por obediencia partidaria, uno se pregunta hasta que punto el ciudadano común tiene la obligación de obedecer lo que ordenan esos mamarrachos, redactados y votados a gusto y capricho de quien cree ser dueño absoluto de la verdad, con el solo consenso de una mayoría lograda en campañas electorales financiadas con fondos de dudosa procedencia.
Demasiadas cosas están viciadas de nulidad en un sistema donde los representantes no cuidan los intereses de sus representados. Desde la sanción de leyes impuestas a los empujones por un congreso sin ánimo de discutir nada, pasando por las sentencias de una justicia que acomoda su accionar a los tiempos políticos en lugar de hacerlo conforme a derecho, en tiempo y forma, hasta terminar en un poder político corrupto, preocupado por recaudar y sin vocación de servicio, porque solo les interesa el negocio personal.
El sistema perdió de vista quien es quien. El administrador impone y el dueño debe obedecer, pero... ¿Como obedecer lo que el sentido común indica que esta mal? ¿Tenemos derecho a rebelarnos, desobedecer o por lo menos pedir que se revisen cosas que están mal? ¿Qué cosas están mal?
Es difícil para mí hacer un inventario, tendría que tener acceso a mejores medios de información, pero me animo a nombrar algunas a modo de ejemplo.
Desde el escalón mas alto del poder judicial, el inefable Zaffaroni ha impuesto una doctrina garantista que pone en la calle a delincuentes y desprotege a las victimas. Según su visión habría que demoler las cárceles, porque los verdaderos culpables somos todos los que formamos parte de esta “sociedad represiva” y aquellos que nos asesinan para robar un celular o un par de zapatillas son pobres “victimas del sistema” que solo merecen un “chas-chas en la cola”. Teorizar con que el muerto y su familia son culpables es casi como decir que el carro tira a los caballos y eso en boca de un juez de la Corte Suprema de Justicia me genera alguna conducta rebelde. Varias modificaciones a los procedimientos policiales están inspiradas en este pensamiento garantista y los efectos están a la vista. Todos hablan de inseguridad en las calles, pero nadie menciona que el cambio de algunas leyes clave ata las manos de la policía, dejándola inerme ante el poder de fuego de una delincuencia armada por los narcos y protegida por algunos políticos.
La ratificación en el congreso del memorando con Irán fue una clara muestra de una ley sacada a los empujones y con la prepotencia de una mayoría que no tenía la más leve idea de lo que estaba votando, solo obedecía órdenes.
En lo cotidiano, existe una ley que dicta la obligatoriedad de usar casco para conducir una moto y cinturón de seguridad en el coche, y te hacen la correspondiente multa si así no lo hicieres, ignorando que es una acción privada que no afecta a la moral publica ni a terceros y por lo tanto esta exenta del juicio de los magistrados...dicho en criollo y para que se entienda: me pueden aconsejar que use el casco o el cinturón, pero no me pueden multar si no lo hago. Eso dice el Art. 19 de la constitución. La jurisprudencia sentada en base a una ley inconstitucional no es válida.
Hay varias leyes que, con la excusa de proteger la salud publica, avanzan sobre las libertades individuales. Tal el caso de aquellos que quieren prohibir el salero en la mesa de los restoranes porque no confían en el criterio personal de los comensales.
Hay demasiadas leyes que van contra los postulados de la constitución, pero son tantas que ya a nadie le preocupa revisar lo que está mal. Se nos ha hecho carne eso que pregonan algunos medios de comunicación, donde periodistas mediocres repiten como loros lo políticamente correcto: hay que obedecer las leyes sin cuestionar nada.
Al respecto agrego esta cita que encontré en Wikipedia, tomada del libro “La desobediencia civil” de Henri Thoreau:
Existen leyes injustas: ¿debemos estar contentos de cumplirlas, trabajar para enmendarlas, y obedecerlas hasta cuando lo hayamos logrado, o debemos incumplirlas desde el principio?
Creo que hay que leer un poco mas seguido ese librito llamado Constitución Nacional. La escribieron verdaderos genios que sentaron las bases de la Organización Nacional pero la interpretan jueces de dudosa calaña como Oyarbide y Zaffaroni. Fue reformada siete veces, algunas para adaptarla a nuevas situaciones y otras para acomodarle los tantos a algún pelandrún con momentáneo poder político. Pero sigue siendo la “Madre de las leyes” y ninguna ley esta por encima de lo que ella manda.
Que no nos tilden gratuitamente de amantes del caos. Es nuestra obligación como ciudadanos resistir y desobedecer leyes apócrifas o violatorias de la Constitución Nacional y procurar la destitución y juzgamiento de los funcionarios corruptos que las dictan y no nos representan.
No somos ovejas, debemos ser ciudadanos concientes de nuestra supremacía sobre los circunstanciales administradores de nuestros bienes morales y materiales.

Héctor Fedele

No hay comentarios: