sábado, 30 de mayo de 2015



17 de Mayo 2015
Publicado en Facebook

Una colorinche ignominia.


Quizás sea yo el menos indicado para comentar los desastres del futbol, porque no soy hincha de nada (bueno, soy un poco hincha pelota por idiosincrasia, pero nada mas que eso).
Soy desde siempre simpatizarte de boca porque en mi niñez, para navidad, me regalaron una pelota y una camiseta azul y amarilla, pero ni loco me metería en una tribuna a gritar desaforadamente para alentar a tipos que se pasan una hora y media corriendo detrás de una pelota, considero que hay cosas mas interesantes y razonables, por lo menos para mi.
Desde temprano no había canal ni radio que no tuviera un equipo de periodistas "deportivos" ocupado en fogonear, de mil maneras distintas, la así llamada "pasión" futbolera, una pelotudez que condiciona mentes y consigue audiencia, por lo que, a la hora de inicio del partido ya había en las tribunas miles de tipos con el cuchiyo entre los dientes y la ametralladora en bandolera, dispuestos a defender con la vida un trapo de dos colores. Y del otro lado, en sus casas, también había miles de tipos con el cuchiyo entre los dientes y los misiles en la mesa ratona, al lado de las pizzas, dispuestos a lo mismo.
Y cuando tanto cerebrito condicionado, manejado por cerebros ávidos de guita, se calienta, la cosa seguro termina mal. Por lo tanto me puse a buscar una mesa lo suficientemente robusta que me sirviera de bunker para aguantar el tiroteo, pero no me dieron tiempo: la cagada, flor de cagada, la hicieron antes.
Pasados los primeros momentos de sorpresa, desorientación, indignación, chicaneadas, actitudes deplorables, mostradas de hilachas, caras de enojo, caras de “yo no fui” “yo no se nada” y las clásicas “es culpa del otro”, quedaba en las tribunas un montoncito de cerebritos raquiticos impidiendo que 25.000 policías retiren del campo de juego a los jugadores, a los sanos y a los gaseados, que a esta altura ya andaban con bastón blanco y lavándose con agua, cuando cualquier medico, de cualquier equipo, debería saber que si en el botiquín no hay un medicamento apropiado, el antídoto natural no es el agua sino la leche, . Una agachada más para sumar gravedad a la agresión, todo vale, no importa quien sufre.
Después vinieron las chivateadas, acusaciones, amenazas, sospechas y toda la parafernalia de elucubraciones, donde no faltaron las clásicas declaraciones del inefable Berni, que tiene una enorme capacidad para estar metido en los grandes quilombos, no evita ninguno y nunca es el responsable.
El futbol, una vez más mostró su peor cara. Mostró en la cancha hasta que punto la guita y la política manejan la desgracia de un país y mostró después, en los estudios de TV y en la reunión de la Conmebol, como los poderes del dinero hacen de la justicia una parodia donde todos salen inocentes.
Recuerdo una canción que pedía un Chile sin Pinochet y eso me da una esperanza, porque Chile ya no tiene a Pinochet jodiendole la vida. Y quizás algún día la Argentina ya no tenga al futbol avergonzándola ante el mundo, porque ese privilegio esta reservado a la política. Quizás sea ese día en el que todos vayan a la cancha a disfrutar de un deporte, con solo dos colores en el corazón:
Celeste y blanco, los colores de la Patria.
Héctor Fedele

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