sábado, 30 de mayo de 2015

27 de Febrero de 2015

Tiene gusto a jabón, pero es queso.



Algo extraño ocurre cuando estoy plenamente convencido de algo, por experiencias anteriores, por conocimiento de la realidad o porque simplemente no soy tan tonto como parezco, pero todos se empeñan en demostrar contra viento y marea que estoy meando fuera del tarro. Para eso enarbolan leyes y reglamentos que frotan convenientemente por mis narices, como una manera de demostrar mi equivocación. Quizás yo sea como “lechuza cascoteada” pero con el tiempo aprendí a agachar la cabeza y esperar pacientemente a que el tiempo me de la razón, lo que ocurre con demasiada asiduidad.
No se si en este caso terminaré teniendo razón, pero la muerte de Nisman para mi fue lisa y llanamente un asesinato y la desestimación de su denuncia por parte del Juez Rafecas es el acto que confirma el delito.
Los indicios son demasiados, veamos algunos:
El fiscal presenta una denuncia por encubrimiento contra la Presidente y otros tres personajes. Dos días después aparece muerto con un tiro en la cabeza. Todas las pruebas confirman que no hay indicios de pólvora en su mano, lo que me dice que no fue él quien disparó. Tampoco están en el arma las huellas digitales de quienes la manipularon, de manera que lo hicieron con guantes...guantes que Nisman no tenia puestos. Sus movimientos y comentarios anteriores al hecho no predisponen a creer que era un suicida. Todo me lleva al pleno convencimiento que lo liquidaron porque además de las pruebas que presentó, había otras pruebas en reserva...como por ejemplo el maletín que mencionó Carrio y que alguien filmo saliendo de Le Park en manos de un ¿policía?
La única manera de diluir la denuncia era matando al denunciante y apropiándose del resto de las pruebas comprometedoras. Luego solo quedaba lo más fácil: “apretar” a un juez que tiene pendiente un pedido de juicio político. El Juez Rafecas, al mejor estilo Oyarbide, desestima “in límine” y de un plumazo la denuncia, dos días antes de un importante acontecimiento político para el oficialismo, que seguramente aprovechará para refregarme por las narices esta decisión, pretendiendo inocencia cuando yo estoy convencido que las hicieron todas...y alguna más de yapa.
De manera que por más que legalmente me digan que acá no pasó nada, yo voy a insistir en que Nisman murió por una importante razón, no me vengan a vender espejitos de colores. Será jabón... pero tiene gusto a queso podrido
 

Héctor Fedele

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